lunes, 27 de julio de 2009

Cronica de la procesión de San Vicente Ferrer en Olías.

Era la primera vez que subíamos a Olías, mi esposa y yo, a ver la procesión de San Vicente Ferrer. Antes habíamos ido a la de la Virgen del Carmen y nos llevamos una grata impresión.

Para el que no la conozca, Olías es una barriada de Málaga, que dista 10 km. subiendo por una carretera con muchas curvas a partir del final de la zona de El Palo, girando a la izquierda a la altura del cementerio. También se puede ir por Totalán. En este caso hay que subir por la carretera que hay al lado del centro comercial del Rincón de la Victoria.

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Lo primero que llama la atención de Olías es que no sea un pueblo independiente ya que tiene todas las caracteristicas para ello. Es más, tiene más condiciones que algunos pueblos que lo son, tanto por su población como por sus peculiaridades como por su aislamiento.

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El patrón de la localidad es San Vicente Ferrer, y visto lo visto se demuestra que es una imagen con una grandísima devoción, asentada en generaciones de vecinos, como así lo recordó D. Alejandro, párroco de Olías, en unas palabras finales que dirigió a los vecinos allí congregados. Recordó que los pueblos deben tener raíces y mantenerles. Saber de dónde vienen y así conocer hacia donde van, todo ello, lógicamente, dentro del contexto religioso y cristiano de unas fiestas patronales.

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San Vicente es una talla al uso, quizá algo repintada y brillante pero cuidada con mucho mimo por sus responsables, que preside una hornacina lateral del templo que reciente fue reinaugurado tras unas profundas obras de restauración. En el edificio, de una sola nave, destaca el artesonado, un Crucificado seriado de Olot en el altar mayor, y en los laterales dos imagenes de Pasión: un Nazareno también de los talleres gerundense pero de cierta calidad y una Dolorosa vestida de negro con una saya de apliques que sorprende por su gran parecido con la Esperanza malagueña. Por desgracia esta hermandad dejó de procesionar hará una década, ya que verificaba su salida en la noche del Viernes Santo. A ver si hay suerte y ganas y se recupera esta tradición.

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Pues bien, San Vicente Ferrer es un Santo valenciano con gran predicamento en esa región y con un hondo mensaje evangélico. Aquél que tenga interés puede echar un vistazo en distintas páginas de hagiografías en la que se relata su vida así como los atributos que lo caracterizan, en especial la llama que prende sobre su cabeza, el Crucifico enhiesto y presentado al pueblo, los rosarios, una campanita y un libro apoyado sobre su pecho con el texto latino Timete Deus Quia Venit Hora Judici Ejus, o lo que es lo mismo Teme a Dios que vendrá la hora del juicio final. Os recomiendo la página www.corazones.org.

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El Santo fue entronizado en unas anditas para 3 varales, quizá de los talleres de Martos en orfebrería, iluminada por 4 pequeños arbotantes que sumaban 16 tulipas de parafina. El exorno floral de rosas y claveles rojos, que competían en cromatismo con una banda con los colores de la insignia nacional y el nombre del Santo y el año de la festividad. Los portadores, todos hombres, vestian sencilla camisa blanca y pantalón negro en un número de unos 30.

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Y bueno, la primera sorpresa comprobar cómo el tronito (que tiene pinta de pesar lo suyo) sube las empinadísimas callejas que hay entre la iglesia y la carretera principal. Estamos, sin duda, ante el desnivel más grande que sube una procesión en el término municipal de Málaga. Para que os hagáis una idea, puede ser el doble que Dos Aceras y encima más estrecho. El suelo está arañado con bancales para que la gente no se caiga. Es curioso la destreza de los vecinos acostumbrados a subir y bajar. El mayordomo de trono, que se quedó afónico, por cierto, ordena que los de la cabeza lleven a brazo mientras que los de la cola a hombro en ciertos lugares. Aparte, el tronito se levantó a pulso en muchísimas ocasiones, siempre ordenado por la campana.

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Comentar que no hay una comitiva organizada, ni ciriales ni incienso ni nada parecido. Simplemente el pueblo abre y cierra un cortejo en el que había alguna persona que llevaba velas como promesa, y bastantes mujeres descalzas, muchas ciertamente emocionadas y llorando, incluido algún hombre; tras el tronito el párroco rodeado del pueblo y cerrando la banda de música de El Borge.

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La calidad interpretativa fue ciertamente paupérrima. Esto va dirigido a los melómanos de internet. Me acordé de alguno al oir Campanilleros o la Malagueña Virgen de la Paloma, que más que interpretadas fueron perpetradas, alguna de ellas de manera histórica, recordándome a la banda de Cómpeta que acompañó a la Virgen del Sol. Pero bueno, que dentro del contexto festivo la calidad musical no deja de ser una anécdota purista ya que allí no habíamos ido a escuchar el solo de Rocío. Eso sí, la gente no se chupa el dedo y algún vecino me comentó que la banda del Carmen (la Expiración, jejeje) era mejor, jejeje.

Y eso es lo más curioso, la gente de Olías que es muy abierta y te habla y te pregunta si eres de allí y te invita a entrar en su casa. O sea, hospitalaria cien por cien, a veces en plena cuesta al 15 % de desnivel, jejeje.

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Y claro, en toda comitiva hay personajes que llaman la atención sobremanera. En este caso, un señor que iba quitando las banderitas de papel que colgaban por todo el pueblo. Alguna foto pudo ser como la de la escena censurada de Bienvenido Mr.Marshall de Berlanga con la banderita americana rodando por el arroyo, jejeje. Y sobre todo, los maestros pirotécnicos, porque fuegos artificiales y ruedas hubo bastantes.

Es tradicional que los vecinos echen cacahuetes al Santo. No en plan petalada sino casi depositadas por el cajillo, aunque también hubo algún cacahuetazo, y curiosamente los portadores aprovechaban las paradas para ir comiéndolos pero de manera discreta, como sabiendo que no eran para ellos. Me contó el párroco que es una tradición secular que tiene similitud en muchas localidades de la provincia con ese o con otros frutos como trigo, peladillas, etc.

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Ya en la carretera empezaron los contrates, eso que tanto me gusta, jejeje, y el primero fue el paso ante la caseta de feria en la que había una actuación del típico grupito animador que te toca desde Bisbal a una Salve Rociera. En este caso al pasar el trono, se giró el mismo y se entonó una versión patera de la Saeta de Serrat, similar a la que se le canta a la Virgen del Carmen de Huelin en la popular calle Mendoza. Digo lo de versión patera porque la letra empieza diciendo algo parecido a Quién me presta una patera... etc en alusión a los fallecidos en el mar.

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El cantante del grupo empezó a animar al personal y se metió entre la muchedumbre, bajándose del escenario e invitó a que todos los cojiésemos de las manos. Sinceramente me quedé alucinado con el momento viendo como mucha gente se emocionaba. Poco más allá el contraste rozó el surrealismo al ver como una familia veía pasar al Santo montados en una barquita de esas tipo péndulo, quizá como símbolo del paso del tiempo.

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Pero el mayor contraste, este vez iconográfico, fue con el muñeco gigante de la película Monstruos S.A.que miraba con sus inmensos ojos el paso de los vecinos. La foto era imposible de no hacerla. Por ser de noche no ha salido del todo bién, pero es impagable, por lo menos eso creo.

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Tras el paso por la zona lúdica y junto al mosaico del santo que se inauguró el año pasado hubo un cambio radical de registros al hacerse una oración ante el cementerio de Olías, donde se depositó un ramo de flores. Es curioso como algunos vecinos entraron totalmente a oscuras en el cementerio, tal vez para visitar a algún ser querido, mientras de fondo sonaba la música festiva del trío que entonaba un éxito del pasado.

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Los hombres de trono y vecinos mantuvieron un gran silencio y respeto, momento en que se empezó una larga cuesta abajo por la calle Mártires donde el pirotécnico se fue animando con sus ruedas que explotaban y nos dejaban sordos. Se pasó ante el antiguo colegio, con aire a los años 50 del siglo pasado, al igual que toda la procesión, incluido algún pasodoble que interpretó la gente de El Borge, como "En er mundo".

Destacar el ayudante del pirotécnico que tenía una puntería increible con los cubos de agua, ya que algunas veces se prendían plantas de tejados o matojos de solares y el tío a 20 metros atinaba con el agua va. Todo un espectáculo. Además, sin inmutarse. Este es el bombero.

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El cortejo tiró por la calle Fray Luis de Granada, toda encalada como la mayoría del pueblo, y mi sorpresa fue cuando giramos en la calle Generalísimo Franco, encima en superlativo.

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Sí, como lo oyen, en pleno zapaterismo de memoria histórica por decreto ley, en Olías hay una calle que sin complejos alude a este personaje de la historia de España, como lo fue el Cid o Dolores Ibarruri, que todos tienen calle, pero unos con más derecho que otros, parece ser.

Aquí están la foto, una con sombra incluida, jeje.

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Luego la comitiva entró por una superestrechez lateral de la iglesia para llegar de nuevo al templo pasadas las 12 de la noche. Pulsos, mas ruedas, más olor a pólvora (la variante festiva del incienso que no lo hubo) muchos vítores, aplausos, palabras del párroco y finalmente el encargado de las fiestas, quizá en un momento sumamente emotivo se arrodilló ante el Santo de manera espontánea y le pidió que no se pierda esta tradición, petición a la que seguro nos sumamos todos.

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Está claro que la devoción al Santo está arraigada en esta pequeña población pese a la emigración, la crisis o las distancias, y engancha a aquél que lo visita el día de su festividad, aunque la celebración oficial sea en abril se pospone al fin de semana de Santiago.

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Si Dios quiere el año que viene subiremos otra vez porque en Olías hay muy buena gente, un buen párroco y un Santo muy entrañable.

Eso sí, el aparcamiento regular.

Jose Manuel Leiva.












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