POR Jose Manuel Manuel Leiva.
El culto externo del Sagrado Corazón demuestra que los cofrades no tienen la exclusiva en la organización de procesiones, sino que una orden religiosa, una parroquia o un grupo puede mantener una tradición de muchas décadas, eso sí, a la que no podemos pedirles muchos detalles o matices estéticos, ni crucetas musicales milimetradas.
Está claro que la de los jesuitas es una comitiva donde el fondo está por encima de las formas, y este hecho se simboliza en la humildad con la que los sacerdotes siguen al trono, en una presidencia sin boatos ni bastoneo.
Obras por doquier marcaron un itinerario en el que divisamos una nueva perspectiva de la iglesia de calle Compañía al desaparecer una casa en la esquina con Mártires, pareciendo que las agujas góticas se clavan aún más en el cielo malagueño; y al igual andamios en el futuro Museo Thyssen, en la calle Nueva, en Felix Sáenz, o en Atarazanas.
Estas remodelaciones contrastan con el vetusto trono (que pareciera de otra época) sobre el que procesiona esta bella imagen, que curiosamente parece gozar de la ubicuidad de las andas y del altar mayor cuando sale cada domingo de junio.
Exiguo cortejo de velas y un aire auténtico pero ciertamente decadente que va a menos en participación de señoras mayores y que no se renueva como fuese necesario. La parte anecdótica la aportó, como no, el ‘Mocito Feliz’ enchaquetado con dos botijos para aliviar la sed de los portadores.
Eso sí, destacar interesantes detalles como la naveta en forma de corazón, el estandarte con pintura de Monserrate el contraste entre dorados y purpurinas varias del cajillo, las canciones cantadas por los hombres de trono, y en especial el rezo entonado de las hermanitas de la Cruz, pasadas las 20.30 de la tarde noche, de una comitiva que tal vez sale demasiado tarde (19.30 horas) para encerrarse pasadas las 23.00 horas del domingo, lo que demuestra otro detalle no cofrade, en los tiempos actuales en que todo quiere adelantarse de hora.
Exorno floral rojo, aderezado de espigas, algo exiguo de claveles en el moldurón que desvelaba las esponjas verdosas, todo ello acompasado por la Banda de la Cruz de Humilladero, más que notable a estas alturas del calendario musical y escolar.
Como curiosidad ninguna representación corporativa, ya ni siquiera Dolores de San Juan, que durante años acompañó por su estancia provisional en el templo. Este año se les perdona porque la víspera fue sumamente frenética con dos procesiones por el precio de una.
La debate sería si al Sagrado Corazón le sería beneficioso evolucionar a hermandad o mantenerse tal cual. Ambas circunstancias tienen sus ventajas e inconvenientes. Eso sí, se agradeció la ausencia de un submarino danzarín, ya que lo natural es más auténtico, aunque sea menos efectista.
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